5 de enero de 2025

Epifanía del Señor



PRIMERA LECTURA

La gloria del Señor amanece sobre ti.

Lectura del libro de Isaías 60, 1-6

¡Levántate, brilla, Jerusalén, que llega tu luz;
la gloria del Señor amanece sobre ti!

Mira: las tinieblas cubren la tierra,
la oscuridad los pueblos,

pero sobre ti amanecerá el Señor,
su gloria aparecerá sobre ti;

y caminarán los pueblos a tu luz;
los reyes al resplandor de tu aurora.

Levanta la vista en torno, mira:
todos ésos se han reunido, vienen a ti:

tus hijos llegan de lejos,
a tus hijas las traen en brazos.

Entonces lo verás, radiante de alegría;
tu corazón se asombrará, se ensanchará,

cuando vuelquen sobre ti los tesoros del mar,
y te traigan las riquezas de los pueblos.

Te inundará una multitud de camellos,
los dromedarios de Madián y de Efá.

Vienen todos de Saba, trayendo incienso y oro,
y proclamando las alabanzas del Señor.

Palabra de Dios.

 

Salmo responsorial: Salmo 71, 1-2. 7-8. 10-11. 12-13 (R.: cf. 11)

R. Se postrarán ante ti, Señor, todos los reyes de la tierra.

Dios mío, confía tu juicio al rey,
tu justicia al hijo de reyes:
para que rija a tu pueblo con justicia,
a tus humildes con rectitud. R.

Que en sus días florezca la justicia
y la paz hasta que falte la luna;
que domine de mar a mar,
del Gran Río al confín de la tierra. R.

Que los reyes de Tarsis y de las islas le paguen tributos;
que los reyes de Saba y de Arabia le ofrezcan sus dones,
que se postren ante él todos los reyes,
y que todos los pueblos le sirvan. R.

Porque él librará al pobre que clamaba,
al afligido que no tenía protector;
él se apiadará del pobre y del indigente,
y salvará la vida de los pobres. R.

SEGUNDA LECTURA

Ahora ha sido revelado que también los gentiles son coherederos

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios 3, 2-3a. 5-6

Hermanos:

Habéis oído hablar de la distribución de la gracia de Dios que se me ha dado en favor vuestro.

Ya que se me dio a conocer por revelación el misterio que no había sido manifestado a los hombres en otros tiempos, como ha sido revelado ahora por el Espíritu a sus santos apóstoles y profetas: que también los gentiles son coherederos, miembros del mismo cuerpo y partícipes de la Promesa en Jesucristo, por el Evangelio.

Palabra de Dios.

 

Aleluya Mt 2, 2

Hemos visto salir su estrella
y venimos a adorar al Señor.

 

EVANGELIO

Venimos de Oriente para adorar al Rey.

 Lectura del santo evangelio según san Mateo 2, 1-12

Jesús nació en Belén de Judá en tiempos del rey Herodes.

Entonces, unos Magos de Oriente se presentaron en Jerusalén preguntando:

—«¿Dónde está el rey de los judíos que ha nacido? Porque hemos visto salir su estrella y venimos a adorarlo».

Al enterarse el rey Herodes, se sobresaltó, y todo Jerusalén con él; convocó a los sumos pontífices y a los letrados del país, y les preguntó dónde tenía que nacer el Mesías.

Ellos le contestaron:

—«En Belén de Judá, porque así lo ha escrito el profeta:

"Y tú, Belén, tierra de Judá,
no eres ni mucho menos la última
de las ciudades de Judá;
pues de ti saldrá un jefe
que será el pastor de mi pueblo Israel"».

Entonces Herodes llamó en secreto a los Magos, para que le precisaran el tiempo en que había aparecido la estrella, y los mandó a Belén, diciéndoles:

—«Id y averiguad cuidadosamente qué hay del niño, y, cuando lo encontréis, avisadme, para ir yo también a adorarlo».

Ellos, después de oír al rey, se pusieron en camino, y de pronto la estrella que habían visto salir comenzó a guiarlos hasta que vino a pararse encima de donde estaba el niño.

Al ver la estrella, se llenaron de inmensa alegría. Entraron en la casa, vieron al niño con María, su madre, y cayendo de rodillas lo adoraron; después, abriendo sus cofres, le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra.

Y habiendo recibido en sueños un oráculo para que no volvieran a Herodes, se marcharon a su tierra por otro camino.

Palabra del Señor.

3 de enero de 2025

2º Domingo después de Navidad


PRIMERA LECTURA

La sabiduría de Dios habitó en el pueblo escogido

Lectura del libro de Sirácida 24. 1-2. 8-12

La sabiduría hace su propio elogio,
se gloría en medio de su pueblo.

Abre la boca en la asamblea del Altísimo
y se gloría delante de sus Potestades.

En medio de su pueblo será ensalzada
y admirada en la congregación plena de los santos;

recibirá alabanzas de la muchedumbre de los escogidos
y será bendita entre los benditos.

Entonces el Creador del Universo me ordenó,
el Creador estableció mi morada:
—Habita en Jacob,
sea Israel tu heredad.

Desde el principio, antes de los siglos, me creó,
y no cesaré jamás.

En la santa morada, en su presencia ofrecí culto
y en Sión me estableció;

en la ciudad escogida me hizo descansar,
en Jerusalén reside mi poder.

Eché raíces en un pueblo glorioso,
en la porción del Señor, en su heredad.

Palabra de Dios.

 

Salmo responsorial: Salmo 147, 12-13. 14-15. 19-20 (R.: Jn 1,14)

RLa Palabra se hizo carne
y acampó entre nosotros.

O bien:

R. Aleluya.

Glorifica al Señor, Jerusalén;
alaba a tu Dios, Sión:
que ha reforzado los cerrojos de tus puertas,
y ha bendecido a tus hijos dentro de ti. R.

Ha puesto paz en tus fronteras,
te sacia con flor de harina.
Él envía su mensaje a la tierra,
y su palabra corre veloz. R.

Anuncia su palabra a Jacob,
sus decretos y mandatos a Israel;
con ninguna nación obró así,
ni les dio a conocer sus mandatos. R.

 

SEGUNDA LECTURA

Nos ha destinado en la persona de Cristo a ser sus hijos.

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios 1, 3-6. 15-18

Bendito sea Dios,
Padre de nuestro Señor Jesucristo,

que nos ha bendecido en la persona de Cristo
con toda clase de bienes espirituales y celestiales.

Él nos eligió en la persona de Cristo,
antes de crear el mundo,

para que fuésemos santos
e irreprochables ante él por el amor.

Él nos ha destinado en la persona de Cristo,
por pura iniciativa suya,
a ser sus hijos,

para que la gloria de su gracia,
que tan generosamente nos ha concedido
en su querido Hijo,
redunde en alabanza suya.

 

Por eso yo, que he oído hablar de vuestra fe en el Señor Jesús y de vuestro amor a todos los santos, no ceso de dar gracias por vosotros, recordándoos en mi oración, a fin de que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de la gloria, os dé espíritu de sabiduría y revelación para conocerlo. Ilumine los ojos de vuestro corazón, para que comprendáis cuál es la esperanza a la que os llama, cuál la riqueza de gloria que da en herencia a los santos.

Palabra de Dios.

 

Aleluya cf 1Tm 3,16

Gloria a ti, Cristo, proclamado a los paganos.
Gloria a ti, Cristo, creído en el mundo.

 

EVANGELIO

La Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros

 Lectura del santo evangelio según san Juan 1, 1-18

En el principio ya existía la Palabra,
y la Palabra estaba junto a Dios,
y la Palabra era Dios.

La Palabra en el principio estaba junto a Dios.

Por medio de la Palabra se hizo todo,
y sin ella no se hizo nada de lo que se ha hecho.

En la Palabra había vida,
y la vida era la luz de los hombres.

La luz brilla en las tinieblas,
y las tinieblas no la recibieron.

Surgió un hombre enviado por Dios,
que se llamaba Juan:

éste venía como testigo,
para dar testimonio de la luz,
para que por él todos vinieran a la fe.

No era él la luz,
sino testigo de la luz.

La Palabra era la luz verdadera,
que alumbra a todo hombre.

Al mundo vino, y en el mundo estaba;

el mundo se hizo por medio de ella,
y el mundo no la conoció.

Vino a su casa,
y los suyos no la recibieron.

Pero a cuantos la recibieron,
les da poder para ser hijos de Dios,
si creen en su nombre.

Éstos no han nacido de sangre,
ni de amor carnal,

ni de amor humano,
sino de Dios.

Y la Palabra se hizo carne
y acampó entre nosotros,
y hemos contemplado su gloria:

gloria propia del Hijo Único del Padre,
lleno de gracia y de verdad.

Juan da testimonio de él
y grita diciendo:
«Éste es de quien dije:
"El que viene detrás de mí
pasa delante de mí,
porque existía antes que yo"».

Pues de su plenitud
todos hemos recibido,
gracia tras gracia.

Porque la ley se dio por medio de Moisés,
la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo.

A Dios nadie lo ha visto jamás:
Dios Hijo único, que está en el seno del Padre,
es quien lo ha dado a conocer.

Palabra de Dios.

 

O bien más breve:

 

 Lectura del santo evangelio según san Juan 1, 1-5. 9-14

En principio ya existía la Palabra,
y la Palabra estaba junto a Dios,
y la Palabra era Dios.

La Palabra en el principio estaba junto a Dios.

Por medio de la Palabra se hizo todo,
y sin ella no se hizo nada de lo que se ha hecho.

En la Palabra había vida,
y la vida era la luz de los hombres.

La luz brilla en las tinieblas,
y las tinieblas no la recibieron.

La Palabra era la luz verdadera,
que alumbra a todo hombre.

Al mundo vino, y en el mundo estaba;

el mundo se hizo por medio de ella,
y el mundo no la conoció.

Vino a su casa,
y los suyos no la recibieron.

Pero a cuantos la recibieron,
les da poder para ser hijos de Dios,
si creen en su nombre.

Éstos no han nacido de sangre,
ni de amor carnal,

ni de amor humano,
sino de Dios.

Y la Palabra se hizo carne
y acampó entre nosotros,
y hemos contemplado su gloria:

gloria propia del Hijo único del Padre,
lleno de gracia y de verdad.

Palabra del Señor.

23 de diciembre de 2024

TIEMPO DE NAVIDAD

Tiempo de Navidad

EL TIEMPO DE NAVIDAD


(Celebración y prolongación de la Encarnación)

El ciclo litúrgico llamado Tiempo de Navidad, abarca desde el 25 de diciembre, fiesta del Nacimiento del Salvador, hasta el 2 de febrero, fiesta de la Purificación, comprendiendo, por lo tanto cuarenta días. Su objeto es celebrar con transportes de gozo el Nacimiento del Señor, en Belén; su infancia y vida oculta, en Nazaret; y las primeras y solemnes manifestaciones del mismo a los hombres.
Por su objeto y extensión puede dividirse esta temporada, y, en la Liturgia, de hecho se divide, en dos períodos:
a) Período de Navidad, propiamente dicho, que abarca los quince días comprendidos entre esta fiesta y la de Epifanía; y
b) Período de Epifanía, que va hasta el Domingo de Septuagésima.
El primer período es una fiesta no interrumpida en torno a la cuna de Belén, donde la Iglesia contempla y celebra embelesada los encantos y grandezas del Divino Infante, y también las alegrías y excelencias de la Virgen Madre.
El segundo período ensancha más el horizonte litúrgico y pone de relieve las manifestaciones del Hijo de Dios principalmente en el misterio de la Adoración de los Santos Reyes, en el de su Bautismo, y en su primer milagro, en las bodas de Caná.
Toda esta temporada es de alegría, pero no de una alegría desbordante y triunfal, como la de Pascua de Resurrección, sino reposada y sonriente, cual la que inundó a José y a María en la intimidad de la cuna de Belén.
PRIMER PERÍODO DE NAVIDAD
(Celebración de la Encarnación)
1. La fiesta da Navidad., hoy una de las más solemnes del año, no fué instituida en la Iglesia antes del siglo IV. Es originarla de la Iglesia latina, y, más propiamente, de la Sede Apostólica, la cual, no se sabe bien cómo, empezó a celebrar el 25 de diciembre el aniversario del Nacimiento del Salvador.
No existe una tradición autorizada acerca de la fecha histórica del Nacimiento de Jesucristo, ni es posible por falta de documentos, llegar a fijarla de un modo indiscutible. Nos es, pues, desconocido el año, sobre el que se han zurcido las más variadas conjeturas; y todavía más el día, el que los escritores sagrados y profanos, a partir de Clemente de Alejandría ( 215), han hecho oscilar entre el 17 de diciembre y el 29 de mayo . En vista de estas oscuridades a principios del siglo II empezó a celebrarse en el Oriente en los primeros días de enero, y con preferencia el 6, la fiesta de la Epifania o de las diversas manifestaciones del Señor o sea: su Nacimiento, su Bautismo, y su Adoración por los Reyes; fiesta que poco a poco fué introduciéndose en el Occidente. Esta fecha y esta fiesta global de los primeros misterios de la Vida de Jesucristo, se habían impuesto, para el siglo IV, en casi toda la Iglesia universal, cuando Roma, quizá para contraponer una fiesta sagrada a la profana y supersticiosa en honor del Sol invicto, el dios Mitra, que el Calendario civil Filocaliano indicaba el 25 de diciembre, desglosó de la Epifanía la memoria del Nacimiento del verdadero Sol de justicia Jesucristo, y la trasladó definitivamente a esta fecha. Ordinariamente fué ésta una fiesta exclusiva de la Iglesia latina, pero, hacia el año 375, S. Juan Crisóstomo la implantó en Antioquía, de donde pasó a Constantinopla; luego, a mediados del siglo V, a Jerusalén, y, por el año 430, a Alejandría, de donde en seguida se extendió a todo el Oriente .
2. La liturgia de Navidad. La característica litúrgica de la fiesta de Navidad es el uso de las tres Misas, y la celebración nocturna de los Maitines y Laudes, antes y después, respectivamente, de la primera Misa. La primera Misa se celebra hoy justo a media noche, mientras que primitivamente se celebraba en Roma ad galli cantum, "al canto del gallo" ; la segunda al despuntar la aurora; y la tercera en pleno día. Con la primera Iglesia se propone honrar sobre todo el Nacimiento, en Belén, del Hijo de Dios; con la segunda, su aparición a los pastores, y con la tercera su manifestación a todo el mundo.
El Oficio de Maitines y Laudes era celebrado en Roma con extraordinaria solemnidad y bajo la presidencia del Papa. Con pompa inusitada celebrábando también las iglesias catedrales y monasteriales de todo el mundo, bajo la presidencia de sus prelados. Hoy mismo es el Oficio nocturna que se celebra con mayor esplendor, y el único al que suelen asistir algunos fieles. Comienzan los Maitines a eso de las diez de la noche para terminar a las doce en que principia la llamada "Misa del gallo". En las iglesias benedictinas, las Lecciones del I Nocturno, en que Isaías profetiza y relata con un candor inimitable el nacimiento temporal del Divino Parvulillo, se cantan con una melodía gregoriana encantadora; y con otra especial cántase también el Evangelio de las Genealogías de Jesucristo, con que termina ese Oficio.
Después de los Maitines y de la Misa, durante la Edad Media se celebraba en muchas iglesias el Oficio de los Pastores, que era una especie de representación escénica de anuncio a los zagales de Belén del Nacimiento del Niño Jesús. A él seguían entonces los Laudes, como ahora siguen a la Misa, cuya primera antífona "¿A quién habéis visto, oh pastores ? . . . " parecía hecha como para enlazar el drama pastoril con el oficio litúrgico.
El uso de las tres Misas debió empezar en Roma durante el siglo V, pues en el siguiente alude a él expresamente el Papa San Gregorio Magno, en la homilía que hoy leemos en los Maitines de Navidad. Desde entonces, todos los sacerdotes pueden celebrar ese día tres misas; pero los fieles tan sólo pueden comulgar una vez, y satisfacen el precepto asistiendo a una cualquiera de ellas.
Al principio, en Roma, sólo había una Misa el día de Navidad, que correspondía a la tercera nuestra, pero al reconstruir el Papa Sixto II la basílica liberiana bajo la advocación de Santa María la Mayor, y pasar así (y más cuando luego se instaló allí un Pesebre), a ser como una representación romana de Belén, empezó a celebrar en ella una Misa nocturna a imitación, probablemente, de la que tenía lugar en el verdadero Belén de Palestina. La "Misa de la aurora", que se remonta al siglo V, fué en su origen una Misa introducida en Roma por la colonia bizantina en honor de Santa Anastasia, mártir de Sirmio, muy popular en Constantinopla .
El canto típico de la Misa de media noche es el del Gloria in excelsis, entonado un día, precisamente, en ese mismo momento, por los Ángeles del cielo. La Iglesia saluda su reaparición en la liturgia, después de haberse privado de él durante el Adviento, con alborozados repiques de campana.
La piedad de nuestros padres, tan entusiasta a veces y tan espontánea, no pudo contenerse esta "Noche Buena" en los justos límites de la liturgia, de suyo ya harto expresiva, e introdujo en el templo, de contrabando, músicas bailadoras, zambombas, castañuelas y panderetas no desaparecidas aparecidas todavía por completo.
3. Interesante epílogo. Los oficios de Navidad, en los siglos medievales, se comenzaban, continuában y se terminaban universalmente en un ambiente de espiritual regocijo, el cual del templo trascendía al hogar y a la vida social, donde de ordinario se resolvía en derroches de dulces y chucherías, que hacían las delicias de chicos y grandes, lo mismo que las hacen hoy los turrones y mazapanes. En Roma, donde el Papa pontificaba las tres misas con brillo deslumbrador, éstas terminaban con un interesante epílogo litúrgico doméstico, que los Ordines o ceremoniales de la época describían aproximadamente de esta forma:
"Terminada la última Misa de Santa María la Mayor (y hasta el siglo XI en San Pedro), el Papa recibía el regnum (o tiara de una sola corona, que era la de entonces ) de manos del archidiácono, y, escoltado por los cardenales, obispos, diáconos, subdiáconos, notarios etc. montados todos a caballo, emprendía la marcha triunfal hacia su palacio de Letrán para comer. Al llegar a las puertas de la pequeña basílica del Papa Zacarías, apeábanse los cardenales y todos los del séquito para rendir homenaje al Pontífice, a este tenor,
"El cardenal arcipreste de San Lorenzo pedíale por todos la bendición, y entonaba: ¡Al Smo y egregio tres veces felicísimo Papa N. N.; salad y vida!
"Y respondían todos tres veces consecutivas: Que Dios lo conserve!
"Y el cardenal replicaba: ¡Salvador del mundo! Santa María, efe.
"Y ellos respondían cada vez: ¡Ayúdale!
"Agradecíales el Papa el saludo, y gratificaba a cada uno de los cardenales con tres monedas de plata.
"A continuación tomaban la palabra los jueces, el principal de los cuales exclamaba: ¡Feliz día éste!
"Y todos respondían: ¡Por muchos años!
"Replicaba el jefe: ¡Que lo pases bien!
"Y todos en coro vociferaban: i Que todos lo pasemos bien!
"Después de lo cual el Pontífice se apeaba del caballo, y, ya en el interior de su palacio, siguiendo una antigua tradición de los Césares, hacía un buen donativo en dinero a todos los de la comitiva, quienes se deshacían en demostraciones de gratitud. En seguida empezaba la comida, en la que todos tomaban parte sentados por orden en la mesa con sus vestiduras sagradas, como si se continuara la ceremonia litúrgica. Luego el Papa se recogía en sus habitaciones particulares, donde rezaba las segundas Vísperas de Navidad con solo sus familiares" .
4. Los nacimientos. Aunque no sean litúrgica los nacimientos o "belenes", pero instalándose como se instalan en las iglesias, y habiéndose connaturalizado ya tanto con la liturgia de Navidad, se hace necesario apuntar aquí algunas noticias relativas a ellos, siquiera a título de ilustración.
La devoción al pesebre y a la cueva de Belén, muy amortiguada durante la larga época de las persecuciones, revivió y entendióse por todo el mundo cristiano con ocasión de su hallazgo por la emperatriz Santa Elena. Desde entonces, puede decirse, empezaron hacia los Santos Lugares las peregrinaciones piadosas que todavía continúan hoy con entusiasmo. La cueva del Nacimiento fué para muchos objeto de predilección, y algunos, como San Jerónimo y sus dirigidas Santa Paula y Santa Eustaquia y otras hasta eligieron sus alrededores para su morada y su sepultura. El emperador Constantino erigió sobre ella una basílica y, a imitación suya, muchas ciudades de Occidente edificaron iglesias dedicadas al misterio del Nacimiento del Salvador, en cuyas criptas a veces se abría una especie de cueva como imitando la auténtica de Belén. La más célebre de éstas es la "Capilla del Pesebre" en la Basílica de Santa María la Mayor ad praesepe donde se cree que su autor, el Papa Sixto II, colocó una copia del pesebre, que más adelante fué enriquecida con fragmentos del verdadero, traídos de Jerusalén. Por el mismo tiempo, o sea, entre los siglos IV y VII, comenzaron los pintores y escultores a representar, en formas a veces muy ingenuas, la escena de la cueva del Nacimiento, ora aislada, ora en el conjunto de la Adoración de los Reyes . En una imagen grabada el año 343, sobre un sarcófago, conservado en el museo de Letrán, el Niño reposa en el duro suelo entre un buey, un asno y dos pastorcillos. La presencia del buey y del asno es un elemento inventado por los evangelios apócrifos, que aplicaron a Nuestro Señor el siguiente texto de Isaías: "Conoció el buey a su poseedor, y el asno el pesebre de su amo" (c. I, 3); y éste otro de Habacue, traducido así por los Setenta: "Lo reconocerás en medio de dos animales" (e. III, 2); lo que dió motivo a que algunos Padres de la Iglesia lo entendieron de dos animales que, según la vulgar opinión, habría junto al pesebre del Señor. El pueblo sencillo, que gusta de los cuadros realistas y pintorescos, imitó en los belenes locales estas representaciones; sobre todo desde que San Francisco de Asís y su Orden los propagaron como un recurso de apostolado, rodeándolos de poesía y de ternura insuperables. Hoy no hay ya pueblo, ni iglesia, ni casa ni familia que no instale su Nacimiento y que no desahogue ante él su tierna devoción para con el Divino Niño, mediante ese género tan típico de música y de poesía que llamamos villancicos .
5. La infraoctava de Navidad. Durante la octava de Navidad, el Misal señala: para el 26 de diciembre, la fiesta del Protomártir San Esteban; para el 27, la de San Juan Evangelista; para el 28, la de los Santos Inocentes, para el 29, Santo Tomás de Cantorbery; después, una Misa para la infraoctava de Navidad; y para el 31, San Silvestre; cerrándose la octava con la fiesta de la Circuncisión
Ninguna de estas fiestas, salvo la de Santo Tomás, ocupa este lugar en el Calendario por razones históricas.
La Iglesia las ha colocado aquí en homenaje al recién nacido, a saber: a San Esteban, por haber sido el primero que derramó su sangre por confesarlo; a San Juan Evangelista, por ser su discípulo amado; a los Niños Inocentes, por haber muerto a manos de Herodes en lugar suyo; ya San Silvestre, sin duda por creerse que fué él quien instituyó la fiesta de Navidad.
El día de los Santos Inocentes, atendiendo más la liturgia a los llantos de las madres privadas de sus hijos, que al glorioso martirio de éstos, usa en señal de duelo los ornamentos morados, y suprime en la Misa el "Gloria", el "Aleluia" y el "Ite missa est" .
En la Edad Media, toda la octava de Navidad era de extraordinario regocijo. Cada día se organizaban fiestas litúrgico populares, con representaciones escénicas, las cuales, además de divertir y entretener santamente al clero y a los fieles, los ilustraban en los misterios de la religión y hacíanlos vivir al unísono con la Iglesia .
6. La fiesta de la Circuncisión. —Primitivamente, el primero de enero  se conmemoraba en la liturgia la octava de Navidad, con alusiones especiales a la Maternidad de la Santisima Virgen; pero no era día de fiesta religiosa. Era, en cambio, de diversiones paganas, en desagravio de las cuales prescribió la Iglesia a los cristianos, primero preces públicas de penitencia, y luego, para mayor eficacia, contrapuso la fiesta de la Circuncisión a la del dios Jano. Es la que con carácter de obligatoria hoy celebramos, para santificar con ella la entrada del nuevo año civil.
Probablemente la fiesta de la Circuncisión es de origen galicano, e institución del siglo VI. En el VII y siguientes hizo su entrada en Italia, en España y entre los celtas; pero Roma no la admitió hasta más tarde ; quizá en el siglo IX. Y al admitirla, si bien se obtuvo el objeto propio de la fiesta, que era honrar la Circuncisión del Niño Jesús, se guardó muy mucho de no privar a la Santísima Virgen del recuerdo honorífico que de su Maternidad se venía haciendo en la liturgia de ese día. Al efecto, aunó en un mismo Oficio y festividad, los tres misterios a saber: el de la Circuncisión, el de la Maternidad de María y el de la octava de Navidad. Los textos litúrgicos de la fiesta tan pronto se refieren a uno como a otro.
Anteriormente a la fiesta de la Circuncisión, y luego conjuntamente con ella, se celebró en muchas iglesias la fiesta llamada ad probibéndum ab idólis (para apartar de los ídolos), con textos y preces muy a propósito para infundir horror contra las supersticiones y prácticas paganas que en las salidas y entradas del año estaban en uso . En reglones donde la fiesta de Jano, a quien se le atribuía el oficio de abrir el nuevo año, hacia mayores estragos, los obispos se vieron precisados a ordenar, además, ayunos, letanías y oraciones de penitencia en expiación de las saturnales paganas; un poco por el estilo de las XL Horas con que hoy se expían los excesos de Carnaval. Poco a poco y merced a esta poderosa campaña litúrgica y a las valientes protestas de los obispos y sacerdotes desapareció la fiesta oficial del dios Jano, y con ella su contraria ad prohibéndum ab idólis; pero Jano, además de inmortalizar su nombre dándosele al mes de enero (en latin januarius); perpetuó también su mal espíritu, del que participan no poco las diversiones que hoy mismo se organizan para despedir y saludar el año. 

15 de abril de 2024

NUEVAS DEDUCCIONES DE DONATIVOS

 

AYUDA A TU PARROQUIA


Si ha decido realizar alguna aportación económica para el sostenimiento de la Parroquia o donativo a Caritas Parroquial, le informamos que puede deducirse de estas donaciones en su declaración de la renta.

En la renta de 2021 se incrementaron los tipos de deducción aplicables siendo mayor la desgravación según el cuadro, así como el porcentaje de la base liquidable, antes el 10% ahora el 15%:

9.4.1. Aportaciones a actividades prioritarias de mecenazgo con límite del 15 por 100 de la base liquidable

   

       Las cantidades donadas o satisfechas a las entidades e instituciones previstas en la Ley 49/2002 que se destinen a la realización y desarrollo de actividades y programas prioritarios de mecenazgo, tendrán derecho a una deducción de:

Base de la deducción, importe hasta

Porcentaje de la deducción

Hasta 150 euros

80 %

Resto base de deducción

35% No recurrente

40% Recurrente

        

       Además, si en los tres períodos impositivos inmediatos anteriores se hubieran realizado donativos, donaciones o aportaciones con derecho a educción a favor de una misma entidad por importe igual o superior, en cada uno de ellos, al del ejercicio anterior, el porcentaje de deducción aplicable a la base de la deducción a favor de esa misma entidad que exceda de 150 euros será del 40 por ciento.

       Límite

       La base de la deducción de estos donativos, no podrá exceder del 15 por 100 de la base liquidable.

       Cumplimentación

       Deberá reflejar el importe de las cantidades donadas en la casilla "G" del Anexo A.1 de la declaración.

1 de enero de 2023

TIEMPOS LITÚRGICOS

Tiempos del año Litúrgico
Origen del Año Litúrgico
Las fiestas cristianas han surgido paulatinamente a través de los siglos. Estas nacen de un deseo de la Iglesia Católica de profundizar en los diversos momentos de la vida de Cristo. Se comenzó con la fiesta del Domingo y la Pascua, luego se unió Pentecostés y, con el tiempo, otras más. Los misioneros, al evangelizar, fueron introduciendo las fiestas cristianas tratando de dar un sentido diferente a las fiestas paganas del pueblo en el que se encontraban. Podemos compararlo con una persona que recibe un regalo con una envoltura bonita, la cual guarda y utiliza posteriormente para envolver y dar otro regalo. La Iglesia tomó de algunas fiestas paganas las formas externas y les dio un contenido nuevo, el verdadero sentido cristiano.
La primera fiesta que se celebró fue la del Domingo. Después, con la Pascua como única fiesta anual, se decidió festejar el nacimiento de Cristo en el solsticio de invierno, día en que numerosos pueblos paganos celebraban el renacimiento del sol. En lugar de festejar al “Sol de Justicia”, se festeja al Dios Creador. Así, poco a poco, se fue conformando el Año litúrgico con una serie de fiestas solemnes, alegres, de reflexión o de penitencia.
La liturgia es la manera de celebrar nuestra fe. No solo tenemos fe y vivimos de acuerdo con ella, sino que la celebramos con acciones de culto en las que manifestamos, comunitaria y públicamente, nuestra adoración a Jesucristo, presente con nosotros en la Iglesia. Al vivir la liturgia, nos enriquecemos de los dones que proceden de la acción redentora de Dios.
La liturgia es el conjunto de signos sensibles, eficaces, de la santificación y del culto a la Iglesia. Es el conjunto de la oración pública de la Iglesia y de la celebración sacramental.
Liturgia viene del griego leitourgia, que quiere decir servicio público, generalmente ofrecido por un individuo a la comunidad.
El Concilio Vaticano II en la “Constitución sobre la Liturgia” nos dice:
“La liturgia es el ejercicio del sacerdocio de Jesucristo. En ella, los signos sensibles significan y cada uno a su manera, realizan la santificación del hombre y así el Cuerpo místico de Jesucristo, es decir, la Cabeza y sus miembros, ejerce el culto público íntegro".

La liturgia es la acción sagrada por excelencia, ninguna oración o acción humana la puede igualar por ser obra de Cristo y de toda su Iglesia y no de una persona o un grupo. Es la fuente de donde mana toda la fuerza de la Iglesia. Es la fuente primaria y necesaria de donde deben beber todos los fieles el espíritu cristiano. La liturgia invita a hacer un compromiso transformador de la vida, realizar el Reino de Dios. La Iglesia se santifica a través de ella y debe existir en la liturgia por parte de los fieles, una participación plena, consciente y activa.
Cada celebración litúrgica tiene un triple significado:
1.      Recuerdo: Todo acontecimiento importante debe ser recordado. Por ejemplo, el aniversario del nacimiento de Cristo, su pasión y muerte, etc.

2.      Presencia: Es Cristo quien se hace presente en las celebraciones litúrgicas concediendo gracias espirituales a todos aquellos que participan en ellas, de acuerdo a la finalidad última de la Iglesia que es salvar a todos los hombres de todos los tiempos.
3.      Espera: Toda celebración litúrgica es un anuncio profético de la esperanza del establecimiento del Reino de Cristo en la tierra y de llegar un día a la patria celestial.

El Año litúrgico es el desarrollo de los misterios de la vida, muerte y resurrección de Cristo y las celebraciones de los santos que nos propone la Iglesia a lo largo del año. Es vivir y no sólo recordar la historia de la salvación. Esto se hace a través de fiestas y celebraciones. Se celebran y actualizan las etapas más importantes del plan de salvación. Es un camino de fe que nos adentra y nos invita a profundizar en el misterio de la salvación. Un camino de fe para recorrer y vivir el amor divino que nos lleva a la salvación.
Los Tiempos litúrgicos
El Año litúrgico está formado por distintos tiempos litúrgicos. Estos son tiempos en los que la Iglesia nos invita a reflexionar y a vivir de acuerdo con alguno de los misterios de la vida de Cristo. Comienza por el Adviento, luego viene la Navidad, Epifanía, Primer tiempo ordinario, Cuaresma, Semana Santa, Pascua, Tiempo Pascual, Pentecostés, Segundo tiempo ordinario y termina con la fiesta de Cristo Rey.
En cada tiempo litúrgico, el sacerdote se reviste con casulla de diferentes colores:
Blanco: significa alegría y pureza. Se utiliza en el tiempo de Navidad y de Pascua
Verde: significa esperanza. Se utiliza en el tiempo ordinario
Morado: significa luto y penitencia. Se usa en Adviento, Cuaresma y Semana Santa


Rojo: significa el fuego del Espíritu Santo y el martirio. Se utiliza en las fiestas de los santos mártires y en Pentecostés.

El Adviento es tiempo de espera para el nacimiento de Dios en el mundo. Es recordar a Cristo que nació en Belén y que vendrá nuevamente como Rey al final de los tiempos. Es un tiempo de cambio y de oración para comprometernos con Cristo y esperarlo con alegría. Es preparar el camino hacia la Navidad. Este tiempo litúrgico consta de las cuatro semanas que preceden al 25 de diciembre, abarcando los cuatro domingos de Adviento.

Al terminar el Adviento, comienza el Tiempo de Navidad, en este tiempo celebramos la Navidad o Nacimiento del Señor, que se celebra el 25 de diciembre y nos recuerda que Dios vino a este mundo para salvarnos.
La Epifanía, se celebra cada 6 de enero y nos recuerda la manifestación pública de Dios a todos los hombres. 
El Bautismo del Señor, se celebra el  domingo siguiente a la Epifanía.Aquí concluye el Tiempo de Navidad.
Tiempo Ordinario es el que va de la fiesta de el Bautismo del Señor hasta inicio de Cuaresma. En el Primer y Segundo tiempo ordinario del Año litúrgico, no se celebra ningún aspecto concreto del misterio de Cristo. En ambos tiempos se profundizan los distintos momentos históricos de la vida de Cristo para adentrarnos en la historia de la Salvación.
La Cuaresma comienza con el Miércoles de Ceniza y se prolonga durante los cuarenta días anteriores al Triduo Pascual. Es tiempo de preparación para la Pascua o Paso del Señor. Es un tiempo de oración, penitencia y ayuno. Es tiempo para la conversión del corazón.
La Semana Santa comienza con el Domingo de Ramos y termina con el Domingo de Resurrección. En el Triduo Pascual se recuerda y se vive junto con Cristo su Pasión, Muerte y Resurrección.
El Domingo de Pascua es la mayor fiesta de la Iglesia, en la que se celebra la Resurrección de Jesús. Es el triunfo definitivo del Señor sobre la muerte y primicia de nuestra resurrección.
El Tiempo de Pascua es tiempo de paz, alegría y esperanza. Dura cincuenta días, desde el Domingo de Resurrección hasta Pentecostés, que es la celebración de la venida del Espíritu Santo sobre los apóstoles. En esta fiesta se trata de abrir el corazón a los dones del Espíritu Santo.
Después de Pentecostés sigue el Segundo tiempo ordinario del año litúrgico que termina con la Fiesta de Cristo Rey.
El eje del Año litúrgico es la Pascua. Los tiempos fuertes son el Adviento y la Cuaresma.
Durante el Adviento, Navidad y Epifanía se revive la espera gozosa del Mesías en la Encarnación. Hay una preparación para la venida del Señor al final de los tiempos: “Vino, viene y volverá”.
En la Cuaresma, se revive la marcha de Israel por el desierto y la subida de Jesús a Jerusalén. Se vive el misterio de la Muerte y Resurrección de Cristo: “Conversión y meditación de la palabra de Dios”.
En el Tiempo Pascual se vive la Pascua, Ascensión y Pentecostés en 50 días. Se celebra el gran domingo: “Ha muerto, vive, ¡Ven Señor Jesús!
En los tiempos ordinarios, la Iglesia sigue construyendo el Reino de Cristo movida por el Espíritu y alimentada por la Palabra: “El Espíritu hace de la Iglesia el cuerpo de Cristo, hoy ”.
Los cambios de fechas en algunas fiestas del Año litúrgico.
El Año litúrgico se fija a partir del ciclo lunar, es decir, no se ciñe estrictamente al año calendario. La fiesta más importante de los católicos, la Semana Santa, coincide con la fiesta de la "pascua judía" o Pesaj, misma que se realiza cuando hay luna llena. Se cree que la noche que el pueblo judío huyó de Egipto, había luna llena lo que les permitió prescindir de las lámparas para que no les descubrieran los soldados del faraón. 
La Iglesia fija su Año litúrgico a partir de la luna llena que se presenta entre el mes de marzo o de abril. Por lo tanto, cuando Jesús celebró la Última Cena con sus discípulos, respetando la tradición judía de celebrar la pascua - el paso del pueblo escogido a través del Mar Rojo hacia la tierra prometida - debía de haber sido una noche de luna llena. Hecho que se repite cada Jueves Santo.
La Iglesia marca esa fecha como el centro del Año litúrgico y las demás fiestas que se relacionan con esta fecha cambian de día de celebración una o dos semanas.
Las fiestas que cambian año con año, son las siguientes: 
Miércoles  de Ceniza
Semana Santa
La Ascensión del Señor
Pentecostés
Fiesta de Cristo Rey

Ahora, hay fiestas litúrgicas que nunca cambian de fecha, como por ejemplo:
 Navidad
 Epifanía
 Candelaria
 Fiesta de San Pedro y San Pablo
 La Asunción de la Virgen
 Fiesta de todos los santos